Me río yo solo. Me río porque leo en un blog de ciencia que a un periodista se la ha "pegado" un supuesto investigador serio. Luego, resultó que todas las pruebas que había realizado el "investigador" eran mentira. El pobre periodista justifica su error diciendo que "nunca pensó que alguien pudiera mentir de una forma tan descarada" y por eso no comprobó las fuentes.
Y me río porque ha debido ser muy feliz ese periodista durante su vida, ya que hasta ahora no se ha dado cuenta de que los mentirosos, cuando mienten bien, lo hacen sin pestañear y que cuanto más grande es la mentira más nos la tragamos, porque tenemos tendencia a pensar que quien nos las cuenta "no nos puede engañar tanto", y de eso se aprovechan los mentirosos y las mentirosas. Claro que no es que seamos tan ingenuos es que ellos y ellas saben hacerlo muy bien, saben que el truco para que no les remuerda la conciencia y no les pillen es creerse sus propias mentiras a piés juntillas.
Si nuestro periodista se hubiera especializado en política o en el mundo "rosa" estaría mucho más acostumbrado a la mentira. Probablemente en el campo de la ciencia no se mienta tanto, pero a él se la han dado con "queso". Pobre.
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