9.1.05

Sobre la paraciencia, extraído del blog «El retorno de los charlatanes»:

«Pensemos en el ratoncito Pérez. ¿Existe alguna forma racional y científica de demostrar sin lugar a dudas que el ratoncito Pérez no existe en algún lugar del universo? Pues no. Vaya, sería improbable, pero no se puede demostrar. Y eso, sin embargo, eso no demuestra que exista.

Si alguien decidiera escribir en defensa de la existencia real del ratoncito Pérez, podría argumentar que, aunque a veces hay "truco" o "engaño" (es decir, los padres del niño suplantan al roedor), hay "casos reales" de casuística del ratoncito Pérez que "desafían las explicaciones racionales". Podrían acudir a multitud de testimonios conmovedores de niños que han visto con toda claridad al ratoncito Pérez corriendo por su habitación con el diente a cuestas en dirección a ese reino donde usa los dientes para quién-sabe-qué. Podrían decir cosas como "durante cientos de años y en varias culturas se encuentra la tradición del ratoncito Pérez, a veces con otros nombres, a veces convertido en hada (la tooth fairy de las islas británicas y Estados Unidos), pero no es posible desechar tantos testimonios porque toda leyenda tiene su base en la verdad". Y, claro, podrían citar las leyendas sobre los dientes de leche caídos que existieron entre los vikingos y entre los aborígenes australianos. Todo lo cual es cierto (hay testimonios, hay leyendas, etc.) pero no prueba en modo alguno la existencia del ratoncito Pérez.

Bien, cada quién puede creer en lo que le dé la gana. Pero si el creyente en cuestión procede a tratar de demostrar que el ratoncito Pérez existe realmente para vender revistas y libros de ratoncitoperezología, la cosa cambia. Para demostrarlo tiene que aportar pruebas sólidas, no acurrucarse mohíno en un rincón exigiendo que alguien venga y "demuestre" que el ratoncito Pérez no existe.

Lo que el pensamiento racional hace es evaluar los argumentos y las pruebas que ofrece el "investigador en ratoncitoperezología". Así, caso por caso, puede valorarse si tales pruebas y argumentos son sólidos y si alguno de ellas realmente demuestra de manera incontrovertible la existencia del pequeño mercader dental.»