9.10.05

Ahorro energético

¿Por qué no ahorramos energía? Porque no es rentable y la maldita economía es la que rige el mundo. Esta reflexión me viene porque acaban de estar en casa mi cuñado y su señora -el hermano de Marisa y su mujer- y me han preguntado sobre los TDTs y las televisiones planas. Pues resulta que no sólo se estropean antes por la propia tecnología que implican sino que también son mucho más caras, inútiles a menos que las cuelgues en la pared, se ven peor y gastan mucho más que las televisiones convencionales.
Pero se han empeñado en que nos las compremos.
Si todos cambiásemos nuestros televisores el consumo eléctrico ascendería sensiblemente.
A las compañías eléctricas les interesa que cambiemos, a los fabricantes de televisores también -se rompen antes- o sea que nos las meten por los ojos. ¡Y son tan bonitas!
Y es así con todo. Por ejemplo los coches. Hay una crisis energética enorme y nos suben la gasolina una y otra vez. Si no se puede ir más deprisa de 120 km/h. ¿Por qué no limitan los automóviles a esa velocidad? Cualquier coche con 1100 cc -que no gastaría apenas nada- es capaz de alcanzar esa velocidad de crucero y gastaría la mitad que el más pequeño de los que existen ahora. Y no quiero hablar de otras fuentes de energía.
Hay sequía. ¿Por qué no ahorramos agua? Sistemas que ahorrarían agua en nuestras casas: cisternas de aire comprimido, reciclado del agua de la ducha para el inodoro, lavadoras con eficacia energética A, y lavavajillas igual. Y sin embargo los electrodomésticos A son mucho más caros que los normales. ¿Por qué? Pues porque si gastamos menos agua y menos electricidad hay que pagar el aparato más caro para que la riqueza siga yendo hacia los de siempre.
Estamos destruyendo el mundo que nos rodea. Esquilmándolo. Hemos arruinado África y tiene difícil arreglo, al menos inmediato, hasta que consigamos -si lo conseguimos- solucionar los problemas que hemos creado, las vamos a pasar putas y mucha gente va a morir. Hay tantos muertos de hambre en el continente africano que si les dejamos entrar lo único que conseguiríamos es verles morir en nuestras puertas. Y eso no nos gustaría. Pero la culpa no es nuestra, la culpa es de la economía global, del capitalismo, el fuerte se come al débil y ellos tuvieron la desgracia de ser el débil. Empezamos a darnos cuenta de nuestro error pero ¿cuánto estamos dispuestos a pagar para solucionarlo? El problema es que vamos a pagar los de siempre. Mientras las empresas se forran cada vez más con mano de obra barata nos hablan de solidaridad, nos piden dinero las ONGs y nos arruinan con impuestos para sus obras faraónicas e insolidarias. Esto tiene que cambiar, pero por una vez tiene que hacerlo el capital, la solidaridad del pobre con el pobre no lleva más que a la pobreza de todos. Tenemos que conseguir que nuestros líderes comiecen a llevar este mundo por el camino de la ecuanimidad, no por el camino de las multinacionales y de los bancos. La economía capitalista no funciona, vamos, funciona pero a costa de matar a mucha gente. Y lo que muchos no parecemos darnos cuenta es que en cuanto terminen de matar a los pobres del tercer mundo empezarán a hacerlo con nosotros porque el capitalismo implica que el más fuerte se come al débil y llevará inevitablemente a un único fuerte que se habrá comido a todos los demás débiles. Es como si en un acuario metemos a un pez que se come a los demás, al final morirá de hambre porque no se le puede explicar que no debe comerse a todos de golpe, que debería mantener el ecosistema equilibrado para siempre disponer de alimento. No lo hará, y eso es lo que nos va a pasar a nosotros, que las multinacionales crecerán hasta habernos esquilmado a todos.
Vamos rumbo a la hecatombe. Avisados estáis.