29.7.03

¿Cómo funcionan nuestros recuerdos? Me resulta muy curioso que haya lugares que traigan a mi mente auténticas oleadas de pensamientos envueltas en sentimientos. Esta zona de Madrid –la calle Orense y sus aledaños- tiene para mí un especial significado.
En ella estuve cinco años trabajando en un bingo: todos los días cenaba y me iba a pasear sólo por ahí, un poco como hago ahora. Durante ese tiempo recorrí los mismos lugares que ahora veo de nuevo y me devuelven lo que sentía en aquel momento. También tengo recuerdos de un banco –aquí al lado- junto a la sede de Canal + en el que estuve sentado mucho rato hablando con alguien que fue muy especial: preparábamos un currículum para entregar los dos juntos para que, si sonaba la “flauta”, nos llamaran a la vez y no tuviésemos que separarnos. Nunca lo hicieron, al menos a mí.
Hay más zonas que me traen intensos recuerdos: un bar en el barrio de Argüelles en el que por primera vez estuve con Marisa tomando una cerveza, la puerta del sanatorio en el que nació Laura donde discutí con el portero nocturno que preguntaba dónde íbamos –imagina: con un bombo enorme, a las 12 de la noche y en una maternidad, ¿dónde íbamos a ir?-, la discoteca “El Balcón de Rosales” en la que hicimos fiestas inolvidables, el Centro Colón en el que jugaba al escondite de pequeño, la calle donde vivían mis padres –y yo con ellos hasta los 25-... Muchos más.
Algunos simplemente me producen una sonrisa, otros una auténtica conmoción…pero ningún lugar me es indiferente. Hay gente que “olvida”, voluntaria o involuntariamente, yo nunca lo he hecho y nunca lo haré. Esto es lo que hoy quería contaros.